La feminista perfecta

Este 8M marcho, pero no de la misma forma que antes.
Se acerca el 8 de marzo y me cuestiono mi rol en el movimiento feminista como mujer, hija, hermana, estudiante y periodista. ¿Qué significa estar aquí? ¿Qué pasa cuando me siento desconectada porque la rabia y la impotencia que antes me impulsaban a marchar ya no me mueven de la misma forma?
El año pasado, mientras se acercaba el 8 de marzo, algo me hizo sentir distante, aunque planeaba marchar, no sentía lo mismo que antes. Los días previos no tenían la misma energía ni urgencia. En años anteriores, el aire de lucha me llenaba de energía, en todas partes escuchaba a las mujeres hablar de la marcha, veía a las mujeres pintando sus carteles, compartiendo tips y con cada día que pasaba las calles se tornaban moradas. En 2024 no fue así. Hoy, al escribir esto, me siento igual. Esta sensación de desconexión no es solamente mía, no es algo que esté pasando sola. Hablo con mis amigas y colegas, y pareciera que se sienten igual, algo nos desconecta del movimiento y no estamos seguras del porqué.
No puedo evitar sentarme con la duda: ¿Qué es el feminismo? Empiezo por lo básico, por lo que entiendo como feminismo: una lucha que no busca privilegios, sino que tengamos los mismos derechos que cualquier otro ser humano. No se trata de discriminar ni castigar a otros géneros, sino de señalar y enfrentar las desigualdades que vivimos por ser mujeres.
Quienes nos hacemos llamar feministas luchamos porque nos están matando y no estamos exagerando, todos los días 11 mujeres son asesinadas en este país solo por serlo. Caminar solas por la calle es un riesgo constante y, al mismo tiempo, nos objetivizan, intentan controlarnos, callarnos y someternos. Queremos decidir sobre nuestro cuerpo, que dejen de hipersexualizarnos y que nuestro “NO” no necesite predicados. Queremos vivir sin miedo.
Si lo entiendo, lo vivo y me enoja, entonces ¿por qué ya no me siento conectada con el movimiento?
El movimiento ha cambiado. Por lo menos desde mi forma de percibirlo y vivirlo. La marcha del 8M se ha convertido en un espacio donde algunas se abanderan como feministas, sin un compromiso genuino y más por una especie de rentabilidad personal. Salir a recorrer Reforma parece, más bien, una oportunidad para quienes ven en la causa, una opción para sacar provecho y beneficios personales. Personas que se presentan como líderes de opinión con ideas que plantean que el movimiento solo es para mujeres, o para cierto tipo de mujeres. Que no se puede criticar, ni cuestionar, que debe ser perfecto, cuando no lo es.
Criticar y cuestionar el movimiento es complicado. Da miedo. Parece que hacerlo te pone en contra y, por ende, te vuelve “menos feminista”, como si eso pudiera medirse. Pero con ese miedo, buscando las palabras correctas, digo lo siguiente:
El feminismo nos asume como iguales, pero a veces olvidamos que, aunque compartimos una lucha, no somos idénticas. Los objetivos principales del movimiento no pueden ignorar las diferencias humanas que atraviesan nuestra cotidianidad y los contextos en los que habitamos. Es un movimiento enorme, con contradicciones inevitables, muchas de las cuales aún no sabemos cómo abordar o resolver. Pero esas mismas fuerzas contrarias son las que enriquecen al feminismo y de las cuales tendríamos que aprender, porque incluso en la vida tenemos contradicciones como individuos.
No somos perfectas. Ni tú que me lees, ni yo que escribo. No existe el feminismo perfecto, y formar parte del movimiento no nos exime de las limitaciones y aprendizajes que nos moldean. Nuestras diferencias no deberían dividirnos ni ponernos en disputa, debilitando la lucha desde adentro. Al contrario, deberían ser un punto de encuentro, un recordatorio de que hay muchas formas de resistir. Que cada quien, desde sus pequeñas y grandes batallas cotidianas fortalece el movimiento.
Muchas veces nos exigimos más de lo que podemos dar. Nos sentimos culpables por no estar al tanto de todo, por no marchar cada año, por no ser suficientes. Pero el feminismo no es una lista de requisitos. El feminismo radica en su diversidad. La marcha no es solo una manifestación colectiva, sino también un espacio donde convergen historias y luchas personales. La unidad no tiene que ser perfecta, pero sigue siendo el pilar de la resistencia.
Este año marcho. Lo hago con más claridad, sin culpa por no ser “la feminista perfecta”, porque no existe, entendiendo que el feminismo es cuestionarse constantemente, deconstruirse sin perder de vista el horizonte. Este año marcho, aunque mi relación con el feminismo se sienta distinta. Marcho porque sigo creyendo en lo que me trajo aquí en primer lugar. Y si algún día no marcho, si necesito tomar distancia, eso tampoco me hará menos parte de esto y eso también está bien.
